El pequeño monstruo que vivía dentro el armario no se podía dormir. Le daba miedo. Mucho miedo. ¡Pensaba que vivía un niño fuera del armario!
Por las noches, cuando el pequeño monstruo que vivía dentro del armario se iba a acostar, escuchaba ruidos fuera. A veces, pequeños llantos. Otras, una voz llamando a su mamá. A menudo, golpecitos o ronquidos.
-Mamá, tengo miedo- decía el pequeño monstruo que vivía dentro del armario cada vez que se metía en la cama por la noche.
-Qué tontería, no vive ningún niño fuera del armario – le respondía su mamá, y abría la puerta del armario de par en par para mostrarle una habitación oscura y en silencio.
Una noche, el pequeño monstruo que vivía dentro del armario reunió todo el valor que pudo y abrió la puerta despacito. Sólo una rendija. Y se asomó a la habitación. No vio nada. No escuchó nada. Abrió un poquito más y sacó la cabeza. Todo parecía en calma. Lentamente, salió del armario. Caminando de puntillas, para no hacer ruido, atravesó la habitación y se acercó hasta la cama.
Bajo las sábanas había un bulto. Un bulto que era…. ¡el niño que vivía fuera del armario!
De pronto, el niño se despertó. El pequeño monstruo que vivía dentro del armario y el niño que vivía fuera del armario quedaron cara a cara, durante un instante en silencio, mirándose el uno al otro con ojos abiertos como platos.
-¡Ahhhhhhhhhhh!
-¡Ahhhhhhhhhhh!
El pequeño monstruo que vivía dentro del armario corrió a esconderse dentro del armario. El niño que vivía dentro del armario corrió en busca de sus papás.
-¡Mamá, mamá! – gritó el monstruo que vivía fuera del armario – ¡corre, ven! ¡Hay un niño fuera del armario!
Mamá monstruo, alarmada, se asomó a una habitación oscura y desierta.
-¡Qué tontería! No vive ningún niño fuera del armario. ¡Duérmete! -y cerró la puerta.
En ese mismo instante, el niño que vivía fuera del armario apareció con su papá.
-¡Papá, papá! -exclamaba- hay un monstruo dentro del armario.
-¡Qué tontería! No vive ningún monstruo dentro del armario. Mira -y abrió la puerta.
Al escuchar el tirador de la puerta, el pequeño monstruo que vivía dentro del armario se escondió en el cajón de los calcetines. Aterrorizado, cerró los ojos y los apretó fuertemente para que el niño que vivía fuera del armario no pudiera verle.
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